jueves, 12 de diciembre de 2013

CELOS

Esos ojos sólo tuyos se desvían. Otras miradas la raptan, y ella deja que permanezcan en la suya. Se inclina sabiendo que ese escote pronunciado provoca.

La reina de tu palacio. Querés que permanezca dentro de las mil habitaciones que construiste sólo para ella. Pero se empecina en salir y rodearse de plebeyos. Te duelen sus palabras buscando pretextos, te hieren en los ojos y te dejan ciego.

Viejas cicatrices se abren y sangran. El amor se te hace sufrimiento con cada minuto que presentís el engaño. Tu reina lo niega. Descarada. Los besos saben a otros labios, las caricias tienen rastros de otra piel.

Tu cuerpo late enloquecido, sombras siniestras se te meten en los pensamientos. Disparás flechas embebidas en veneno mortal que se clavan en su corazón.

Tu amor no tiene remedio. Siempre duele. Una y otra vez.






domingo, 1 de diciembre de 2013

PASION

Cuerpos pegados, sábanas que sudan gotas de deseo, contenidas en un frasco de tiempo eterno.

Dedos que se mueven incontrolables, buscando notas. Música que fluye.

Tu mirada de luz brillante me hace latir, embruja, enciende.

Pero quiero ese condimento picante. Calor, sudor. Estoy sedienta.

Soy arcilla a la que moldeás a tu antojo. Sofocada y entregada, temo, me quiebro y volvés a moldearme.

Las llamas queman. El pecho explota, el cuerpo arde. Tus besos encienden, tus manos avivan. Quiero ese calor, fundirme en vos. No puedo más.

Un hueco se abre bajo mis pies. Caigo en la oscuridad. Voy dejando partes de mi cuerpo en el camino y busco tus ojos para verme.

Consumida, desarmada, convertida en cenizas, vuelvo a mi ser. Siento tus manos, la piel se eriza. Todo vuelve a empezar. 





lunes, 18 de noviembre de 2013

MIEDOS

Acechan. Salen de los rincones, de huecos, escondites. Se ocultan. Los siento. Giro y no los veo. La luz se apaga, oscuridad solitaria y fría. Me paralizo. Una puerta vieja rechina. Se abre pero no veo. Tiemblo, mis músculos tiritan. Vacío en el estómago, sudor frío. Mis ojos no ven a nadie, pero están, lo sé. Debo salir de ahí.

Un asesino oculto en el callejón. Siento su respiración, veo su silueta dibujada en el suelo, un farol me la muestra. Inmóvil a la espera de mi llegada. El silencio es cómplice del peligro, la penumbra su aliado. Mi corazón latiendo, se para. Respiración ruidosa, no respiro. Estoy yendo directo a su trampa, lo sé. El lugar me habla, el misterio me lo advierte. Me erizo, gotas frías me invaden. Vuelvo tras mis pasos, largos y agitados. Debo salir de ahí.

Corro, dejo la habitación oscura, huyo de la calle sin salida. El instinto domina mis sentidos, una ola gigante que arrasa la arena tibia, incontrolable, dominante.

Busco un parque, gente sonriendo, sol caliente. Voces que me aturdan, cuerpos que me rodeen, compañía que me aleje de lo desconocido.
Vuelvo a latir y a respirar. Me aflojo, me equilibro, tranquila bajo el ritmo y camino a la luz viva y cálida, entre personas sonrientes a las que puedo ver.

Ellos quedaron ocultos. Su tiempo es la espera. No duermen. Aguardan el momento en el que llegará la distracción y entonces me encontraré a oscuras, solitaria, indefensa.

De sólo pensarlo dejo de latir.  

lunes, 28 de octubre de 2013

AMARILLO




Patito de plástico flotando en la bañadera.
Trapo absorbente que uso para secar.
Bob esponja.
Marcador flúor más usado para resaltar la parte importante de un texto.
Frutas de plástico: bananas y limones.
Casco de Bob el Constructor.
Botas de lluvia que usan los chicos.
Bart Simpson, y también Homero, y Marge, y Lisa, y Maggie.

No me provoca emociones, como el verde esperanzado, la pureza del blanco, el rojo apasionado o el azul intenso. Tampoco es mi favorito. Nunca lo uso en mi ropa, en mis accesorios, ni decoro mi casa con él.

Lo pienso.

Atrevido, imita al sol, trae luz.
Llamativo, nadie que sea tímido se vestiría con ese tono, sólo lo usa el quiere que lo miren.
Alegre, siempre está en los globos, los payasos, resalta los dibujos.
Brillante, ilumina las pupilas.
La naturaleza lo tiene muy presente en sus flores, en sus frutos.
Trae nostalgia cuando llega el otoño y se pinta en las hojas.


Hoy vino a presentarse. Sin anunciarse invadió mi sobrio mundo. Ahí está, siempre estuvo, oculto, callado, mostrándose a través de instantes, como chispas fogosas que se encienden y en breve desaparecen. Ahora que lo encontré, lo descubro mío, una parte escondida de mi sorprendente yo.


domingo, 20 de octubre de 2013

MUNDO FELIZ

Si todos los días fueran mis mañanas, estaría en la entrada de un mundo feliz.

Sin ruidos molestos, tapan los sonidos que acarician las emociones.
Ausencia del vértigo por correr y llegar a tiempo para terminar algo, cualquier cosa.
Simplemente terminar.
Rodeada de quien yo quiero, nadie por compromiso, sólo mis afectos.
Sonidos que en el día pasan desapercibidos, música suave que alegra el espíritu.
Quietud del amanecer.
Dejar entrar al silencio, sentirlo, tenerlo a mi lado, disfrutarlo.
En compañía de mi mate y algo para escribir:
fluir de ideas
emociones
sin preocupaciones que me limiten
cuerpo relajado
tiempo suelto sin necesidad de correrlo
adueñarme del tiempo y cada uno de sus segundos.

No me aburriría, lo juro.

Escuchar el corazón, ritmo de compás único y perfecto.
La naturaleza que me habla.
Vivir lo que siento y se me da la gana.

Sería perfecto,
sí,
mi mundo feliz.


domingo, 22 de septiembre de 2013

ATRAPAR EL TIEMPO

No quiero que el tiempo pase.
Lo atrapo en un momento carente de movimientos, lento. Sin palabras ni pensamientos rápidos. Para que se quede inmovilizado, congelado en un instante eterno, donde nada suceda.
Ausencia
Caja Vacía
El Infinito
Lo percibo mío, rehén de mis movimientos.
Lo domino por una vez, una única vez.
Soy La Reina
El Tirano
El Captor
-se siente bien-
No correr tras sus urgencias, dejar que el corazón se mueva a ritmo tranquilo, relajar los músculos para que suspiren aliviados.
Atrapé
El Tiempo
El Instante
para regalarme
Un Momento



Ya es hora de soltarlo.
Miro el reloj.
Las agujas desafiaron al tiempo detenido, corrieron, círculo mágico, sin detenerse, polvos encantadores, hipnotizaron los minutos, embaucadores, hechiceros, me paralizaron.

Miro el reloj.
Ahora tengo que apurarme para llegar.

lunes, 5 de agosto de 2013

REBELIÓN DE LETRAS

 Las letras están haraganas y rebeldes. No tienen ganas de moverse, unirse, cambiarse de lugar, posarse. Ansían la libertad de andar por donde se les dé la gana, sin que yo las atrape.
Me desafían, juegan, se divierten.
Vienen de la mano, volando sobre palabras sueltas, libélulas que agitan sus alas. Las leo. Trato de agarrarlas. Se esfuman. Pompas coloridas de jabón que explotan en el aire. Aparecen en grupo, revolotean sobre mi cabeza, huyen.
La lapicera se puso nerviosa. Mi mano la tiene preparada hace rato y ya se acalambró de tanto esperar. El papel está pálido.
Me enojé. Me apoderó la impaciencia. Niñas caprichosas que no hacen caso, se trepan por los muebles, patinan descalzas sobre el piso encerado, juegan a la mancha, se esconden en los rincones. Las llamo, les grito. Ellas siguen burlándose, descaradas y sonrientes. Hadas pícaras y aburridas agitando sus varitas. Hacen volar polvos mágicos que se convierten en monstruos azules y naranjas que hacen muecas, perros sin cola y con bigotes, gatos con pico de pato, pelotas cuadradas, nubes que lloran rayos de luz. Vuelan de un lado al otro con sus túnicas de colores y sus caras risueñas, llenando el espacio de formas que no puedo atrapar ni reproducir en el papel.
Bajo los brazos, apoyo la lapicera sobre el cuaderno desnudo. Es inútil ponerme de malhumor. Después de todo, tienen derecho a un día libre. Un recreo, volar entre flores coloridas, navegar con el timón sin manos que lo sujeten, jugar sin reglas, hacer travesuras, relajarse.
Más tarde van a volver renovadas. Decididas a pintarse en el papel. Yo las voy a esperar, con mi cuaderno impregnado de miel pegajosa, y la lapicera transformada en una red para atrapar insectos. No sea cosa que me vuelvan a engañar. Me subiré sobre la silla, me agacharé un poco, sin respirar. Rígida, esperaré a que pasen. Extenderé mi brazo, inclinaré el cuerpo, la silla seguro va a trastabillar pero soy buena haciendo equilibrio. Alguna se me va a escapar, entonces saltaré al piso y la correré. Van a estar cansadas y volarán despacio. Las iré juntando en mi lapicera camuflada, las retaré un poco –no sea cosa que les guste esto de las travesuras y ya no me quieran obedecer–, y lograré finalmente que se peguen en el papel. 


Mientras tanto, en este tiempo en que las doncellas bailan libres bajo la lluvia, sin preocupaciones ni obligaciones, nada en qué pensar.

domingo, 21 de julio de 2013

FOTO


Miro el living apenas iluminado por el reflejo de la luz que viene de la cocina.
Una foto.
Imagen congelada de un lugar sin movimientos.
La mesa redonda y las sillas alrededor.
Flashes que atraviesan mis ojos, el dinamismo que le damos durante el día. Lugar concurrido, espectador de movimientos. Ahí están, flotando en el aire, esperando que los tome y los reviva: almuerzos, cenas, meriendas, charlas, discusiones, alegrías, noticias, reuniones familiares, de amigos, momentos de escritura, de diálogos, mirar una película, llorar, reír.
   Madera tallada circular con una sola pata gruesa acompañada por maderas con cuatro patas y un respaldo. Fijas, inmóviles. Por sí solas no dicen nada.
Una mesa y cuatro sillas.
Mi mesa y mis sillas.
Visten el piso colorado, gastado de tanto uso.
Un paisaje civilizado, muerto, aunque se me hace mágico con el reflejo tenue de una luz lejana. Sin vida, pero nostálgico, silencioso, cálido.
Detrás, la pared blanca con un cuadro en tonos pastel, celeste y amarillo. Dos mujeres que se miran, damas antiguas con sombreros, coquetas, graciosas. Sobre el techo cae la lámpara negra que ahora está apagada. Pero ellas están encendidas por el resplandor, surco de luz que atraviesa la foto inerte de mi living como un camino vivo.



domingo, 30 de junio de 2013

ZUMBIDO

Mi zumbido está activo. No suele funcionar cuando me levanto. Hoy lo escucho.
Pensar que es tan molesto y a la vez sólo mío, nadie más que yo lo conoce y lo siente.
No es real.
¿Por qué digo eso? ¿quién dice eso?
Mi cerebro lo crea, lo percibo, hasta tiene nombre.
Si lleno de sonidos el ambiente se va a ir. Prendo la tele y ya.
Zumbido empalagoso.
¿Quiero que se vaya?
Hoy realmente me agrada escucharlo. Hace muchos años que me sigue,
sombra sonora.
Zumbido compañero.
Hay días que no aparece, pero hoy vino bastante intenso, enérgico.
Zumbido atrevido.
Ocupa el espacio destinado a la nada, a la ausencia de sonidos.
Zumbido insistente.
Hoy tiene el volumen algo elevado.
Zumbido fastidioso.

El reloj le hace competencia y logra captar mi atención. Me distraigo con otras cosas y me olvido. Ahora me doy cuenta de que ya se fue, se apagó. Mi zumbido sabía que otros ruidos lo iban a callar, y se fue solito.

Va a volver, lo sé, por la noche, cuando el silencio me rodee y los otros murmullos se apaguen.

domingo, 9 de junio de 2013

SILENCIO


El silencio me hace compañía.
Me gusta tenerlo a mi lado, generalmente lo encuentro por la mañana temprano cuando la ciudad aun no terminó de despertarse.
Compartimos largos minutos. No nos hablamos porque de eso se trata. Nos sentimos y nos acompañamos. Pueden ser minutos, a veces horas. No nos aburrimos. Hay una conexión que nos atrapa y se disfruta.
De fondo, la heladera me recuerda que no todo está callado y quieto. Ella sigue trabajando. Forma parte de mi silencio.
También siento la presencia de mi marido a través de la respiración fuerte, hace que sienta que su cuerpo me habla. Su vida que me arrulla con su canto tierno.
Escuché un pájaro. Melodía breve y simple. Los pájaros me transportan. Con su trinar me llevan de paseo a otros lugares.
Estoy en un paisaje fresco: aire puro, una arboleda tupida e intensa, el viento suave que  hace bailar a los árboles un tema lento, pasto aun cubierto con el rocío del amanecer. Un arroyo a lo lejos que hoy no puedo escuchar (los sábados no viene la señora que limpia, que interpreta con su manguera el agua de mi arroyito), mariposas, grillos y muchos pájaros. El sol se está calentando y hace que el aire brille. Flores coloridas esparcidas como ramilletes. Bichos que van y vienen, camuflados por sus colores de tierra y verde, escondidos entre el paso muy alto para ellos: caracoles, babosas, hormigas, gusanitos, arañas, ciempiés, orugas. Invisibles para los ojos que miran hacia adelante y nunca se detienen en el suelo. Estoy sentada debajo de un árbol de cuerpo ancho y ramas largas, mi espalda descansa sobre ese respaldo de madera y mi cuerpo se refresca con la sombra de aquel techo natural. Miro hacia arriba y veo una ardilla que entra en un hueco de mi árbol. No estoy sola, el silencio vino conmigo. Juntos compartimos este lugar tan bello sin necesidad de contarnos nada.
Interrupción.
Una bocina me saca del paisaje, y me trae de vuelta a la ciudad, a mi departamento, a mi living. 
Me quedo un rato más en mi sillón. El silencio está sentado en el de al lado. No pienso, estoy atenta a los sonidos de un ambiente sin voces ni movimientos.
El reloj marca un compás monótono, rítmico. Se suma a la heladera, con su sonido constante, que nunca para. El reloj la acompaña como si fuera un baterista que tocara el tambor con un palillo. Cada tanto, desde la calle un auto irrumpe y el tren toca su bocina, otras, un colectivo frena. La música del silencio. Llegaron los pájaros. Son el coro que aparece en el estribillo.
Disfruto esta pacífica mañana, a media luz, casi ciega, sorda, muda. Perfecta. Un despertar sin sobresaltos. Su silencio, quietud. Me calma.
Me transformo en un velero navegando por el medio del mar, sin vientos fuertes ni tormentas, desplegada viajando hacia el horizonte, la línea que siempre se corre, a la que nunca llego. Los tiburones se desplazan, mudos, tranquilos, me doy cuenta de que están porque cortan el agua con su temerosa aleta. Las ballenas se mueven en grupo, se acercan, alguna salta desafiando al aire, lo corta, lo traspasa, y vuelve a sumergirse en el mar, movimientos perfectos, no molestan, apenas los escucho.
No salió el sol, el cielo recién se está pintando de púrpura allá por el horizonte.
Aun veo la luna pura y brillante, expectante a la llegada de la luz para correr a ocultarse. Sigo navegando. Soy velero. Recorro el camino acuoso. El puerto está en alguna parte esperando que llegue y amarre.
Debería.
No tengo apuro. El viaje es lo que vale, la meta es simplemente llegar a un destino para volver a partir. Debería amarrar un rato. Bajar a tierra firme. Hacer algo productivo.
Debería.

Interrupción.

Ruidos sobre mi cabeza, Una nota que hace desaparecer la música del silencio, esfuma los viajes que había dibujado en el aire. La vecina de arriba debe estar limpiando.
Pienso en que yo también debería hacerlo.
Limpiar.
Debería.
Hoy me quedo con esa palabra bien guardada en mi cabecita. Quizás mañana la saque a pasear.

Debería.

domingo, 26 de mayo de 2013

ROSA ROJA

Rosas y más rosas.
Rosas sembradas.
Rosas derramadas.
Rosas por todos lados.
Rosas de colores.
Rosas unidas como ramilletes gigantes.

Pero la rosa roja…

Su intenso color le gritó a mis pupilas.
Sangre esparcida de víctimas tiñendo sus pétalos.
Era sangre, sí.
Real, rabiosa, fogosa.
Rojo ardiente.
Fuego pasión.
Llamaradas de labios.
Incendios pintados que buscan seducir.
La escena de un crimen.
Nunca las vi de ese color tan penetrante.

El resto, las blancas, rosadas y amarillas,
románticas, nostálgicas, alegres, enamoradas.
Suspiran emociones.
Me contagian.
Belleza pura e inocente.

Pero las rojas,
ésas no.

Atraen.
Sobresalen.
Provocan.
Fuertes.
Atrevidas.
Invaden los ojos.
Duelen las imágenes.
  
Brujas fogosas.
Amantes hechiceras.
Asesinas.
Emanan por el poro de sus pétalos
el color más vehemente,
vivo,
real.

Corazones ardientes.
Amor prohibido.
Tormentos.
Inquietan.
Hacen palpitar el corazón.
Taquicardia.
Libido que sube.
Herida que no cierra.

Cubierta de pétalos sonrojados
mi corazón se enciende
mis ojos palpitan.

Mi alma late.



Nota:
Fotos de mi sobrina Irina
Modelos: rosas del Rosedal y mi sobrina Irina

miércoles, 1 de mayo de 2013

SOLO POR HOY


–Tengo que levantarme
–ni loca me levanto. Estoy tan calentita. Afuera seguro llueve, debe estar muy húmedo, el pelo se va a volver inmanejable, los zapatos se me van a arruinar, el tráfico va a estar terrible, hace frío, eso dijeron ayer en el noticiero. Un ratito más
– voy a llegar tarde
–qué me importa. Llamo y digo que estoy descompuesta
–no puedo hacer eso. Tengo mucho trabajo, sí o sí debo terminar el informe
–qué pasa si no lo termino. Seguro que nada. El planeta seguirá girando aunque yo me quede quieta. Llamo y digo que no voy
–no puedo. Mejor hago un esfuerzo y levanto la colcha. Sin la colcha voy a dejar de sentirme cálida, los músculos se van a enfriar, la humedad se va a meter debajo del camisón, voy a temblar, el frío me va a dar ganas de hacer pis y no me va a quedar otra
–no pienso dejar que hagas eso. La sensación es única, el cuerpo se estira, se duerme, se entibia. Tiene derecho también. Hoy decido yo. Quiero ser irresponsable por un día, ¿qué se sentirá?
–culpa, eso voy a sentir. También vergüenza por haber mentido, por no cumplir con el deber, miedo de que se den cuenta
–sos una exagerada, un día no es la muerte de nadie. Me acuerdo cuando me rateaba del colegio. Cuántas sensaciones: vértigo, emoción, ese miedo atrayente que te cierra la garganta, te pone en alerta y no querés dejar de sentir. Fue fantástico, inclusive el día que me descubrió la vieja. El castigo no fue nada comparado con lo bien que la pasé
–era chica. Ahora tengo responsabilidades
–pues deseo ser chica por una vez
–suena el despertador de nuevo, voy a levantar la colcha
–ni se te ocurra, no pienso hacerlo. Me quiero quedar, dale, sólo por hoy
–¿querés que te haga caso? ¿qué te deje hacer lo quieras?
–siempre te salís con la tuya
–no es verdad. Algunas veces me contradigo y termino haciendo lo que no quería. Después me arrepiento, y soy como un bosque ceniciento, devastado, desamparado.
–escuchá lo que pasa afuera, se largó con todo
–odio salir cuando llueve, voy a pisar la única baldosa floja de la cuadra, el paraguas se va a dar vuelta sólo para molestarme, y yo luchando como una tonta haciendo papelones en la calle, mientras el agua aprovecha la oportunidad para invadirme como un ladrón que espera escondido a que abran la puerta. El cuerpo quedará enfriado, desabrigado, humillado.
–no lo voy a soportar, y el mal humor va a ser la sombra que me acompañe todo el maldito día. Pobre cuerpo, no es justo someterlo a ese maltrato
–suena el despertador otra vez
–que suene
–no puedo, es más fuerte que yo
–¿dije yo? estoy hablando de mí, alguna vez debo hacer lo que tengo ganas
–la próxima, o quizás, no sé, estaría bueno, animarme digo, me siento tan bien acá, calentita, una vez, un primer paso, puede ser, estaría bueno ¿no?
–hagámoslo. Sólo por hoy
–no no no. Es una locura
–dale dale, que te cuesta
–no, no puedo, no insistas
–una vez, por favor, animate.
–Basta, ya no quiero escucharte más. Es hora de levantarse. Un día cargado de obligaciones, responsabilidades y placeres, me espera. No le puedo fallar.

martes, 12 de marzo de 2013

LOS CARACOLES


Afuera lloran las nubes
Andrea sabe que al salir  
lo va a encontrar
arrastrándose
su casita a cuestas.

No tenés que ir por  ahí, le dice
lo levanta con cuidado
lo deposita en lugar seguro
sobre la tierra
escondido entre el pasto
arbustos gigantes como árboles
Lo cuidan.

Su hijo hace lo mismo
Nunca lo deja en el camino de baldosas rojas
Él sabe.

Un pie indiferente
ejecutor de una mente ignorante del mundo
-que su hijo sí ve-
-que ella sí ve-
lo va a pisar.

Un pie indolente
sentirá ese crujido con sonido a roto
y le enviará una vibración al cuerpo que lleva a cuestas
-como una casita-

Un pie apurado
tendrá la oportunidad de experimentar una descarga eléctrica de vida.
Sólo por unos segundos.
Retomará el movimiento
seguirá la marcha.

Su hijo pisó uno.
El sonido quebrado les duró por varios interminables minutos.
Él se afligió
se horrorizó
se preocupó.
Andrea también
Experimentó su pena como suya
Ríe, sonríe
Sufre, llora
Contesta, se enfurece
No sabe de él, se desespera
La abraza, se siente en el paraíso
Es la luna, él la tierra.

Las nubes secaron sus lágrimas
Andrea va a salir.

Mirar el piso,
se resiste.

Encontrar casitas aplastadas,
Intolerable.

Los ojos apuntan al cielo.

Pies insolentes.
Ignoran las casitas
buscan sus propios placeres.

Pies egoístas.
Avanzan para llegar a su propia meta
sin detenerse.

Andrea los contradice:
un salvavidas
una balsa
un remolque
una mano extendida.

Rescatar las casitas que no fueron aplastadas.
Ese es su destino.

Mirar el piso.
Está bueno.
Ser parte del mundo
descubrir las maravillas más insignificantes
encontrar un sentido al camino de baldosas.
Aunque están esos pies
apresurados
guiados por ojos que apuntan al vacio
irrespetuosos
ensimismados en su propio universo
atolondrados
tapan la visión.


Pies invasores.
Confunden
casi la llevan a su mundo.
Se repone
aferra sus ojos al piso.


Observa esos pies
Los mira con el alma.

Están cansados
gastados
enajenados
necesitados
deshabitados
cargando su cuerpo como a una casita pesada
transitando el camino de baldosas.

Todos son como caracoles
las personas
los seres queridos
los caracoles.

Es cansador levantarlos todo el tiempo
guiarlos a un lugar seguro.

No puede con todos
la oscuridad la invade.

Vuelven al camino de baldosas
se hunde en un río de lágrimas

Piensa en los que rescató
están a salvo entre los arbustos altos.

Se llena de luz.