Si todos los días fueran mis mañanas, estaría en la entrada
de un mundo feliz.
Sin ruidos molestos, tapan los sonidos que acarician las
emociones.
Ausencia del vértigo por correr y llegar a tiempo para
terminar algo, cualquier cosa.
Simplemente terminar.
Rodeada de quien yo quiero, nadie por compromiso, sólo mis
afectos.
Sonidos que en el día pasan desapercibidos, música suave
que alegra el espíritu.
Quietud del amanecer.
Dejar entrar al silencio, sentirlo, tenerlo a mi lado,
disfrutarlo.
En compañía de mi mate y algo para escribir:
fluir
de ideas
emociones
sin
preocupaciones que me limiten
cuerpo
relajado
tiempo
suelto sin necesidad de correrlo
adueñarme
del tiempo y cada uno de sus segundos.
No me aburriría, lo juro.
Escuchar el corazón, ritmo de compás único y perfecto.
Vivir lo que siento y se me da la gana.
Sería perfecto,
sí,
mi mundo feliz.
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