martes, 15 de enero de 2019

LA NOCHE ESTRELLADA

Me imagino el día aunque es la noche. Será por la luna a medias que está del color del sol.  Quizás lo que veo sea el reflejo de aquel paisaje en un lago y por eso sus tonalidades son más claras. Los remolinos blancos aquietan el azul, como un viento que gira alrededor de las chispas que titilan.

Esos puntos rodeados de pinceladas de nieve resaltan como focos de luz en la oscuridad. Será una noche feliz, de enamorados que miran el paisaje con ojos brillantes. Será el inicio del amanecer donde el día madrugó, será la emoción de quien hizo las pinceladas claras.

Un arbusto, copa de un árbol, de verde intenso, asoma adelante. Como un brazo de una mujer rama, una maleza viviente que busca atrapar una estrella. Su color contrasta con el resto, como un espectador que contempla fascinado. Veo casas, la cúpula de una iglesia, seguro es un pueblo envuelto en el milagro de esa noche que es del color del día. La silueta del poblado se extiende hasta el cielo y ya no distingo donde termina la tierra.

Todo es uno, nada está separado. El día y la noche, la tierra y el cielo, la ciudad y las constelaciones. Me siento el árbol invadiendo la escena para completarla, admirarla.

No puedo descifrarlo, sólo sentirlo cómo él lo concibió, una noche estrellada.  





Bítacora de viaje: Nueva York