sábado, 16 de mayo de 2020

COMO UN HOLOCAUSTO


Tan pequeño, microscópico
imperceptible y poderoso
un dios maligno
vuela libre en el aire
te sorprende en un beso
suspiro cercano
caricia dulce
un apretón de manos
se impregna en tu ropa
invade tus espacios
aferrándose a la vida
para tomar la tuya.

Enemigo silencioso, invisible
no hay forma de atacarlo
ni armas que lo aniquilen
el mundo se paraliza
la rutina cambia
debemos dar vuelta todo
escondernos en las trincheras
deshacer las conductas que nos hacían palpitar
desesperados por rozarnos, tocarnos
en la distancia del abismo
solo subsistir.

Marzo atípico
un mes largo como un siglo
y un siglo es cada día
los zapatos en la puerta
el jabón gastado
las manos agrietadas
fumigamos nuestras pertenencias
para salvarlas
salvarnos
de la peste que no cesa de atacar.

Nos confinamos en nuestras casas
zanjas defensivas de esta guerra sin soldados
guetos donde debemos permanecer confinados
las paredes son cárcel
presos encerrados con el asesino afuera
aislados
ignorantes de lo que realmente es.

Usamos bozales para no morder con nuestro aliento
vemos el amor a través de una pantalla
somos un cuadrado en un ordenador rodeado de cuadrados
buscando juntarse como sea posible
la voz tras el teléfono
el latido que nos reanima
solo así continuamos tratando de
sobrevivir.

¿Para qué?
¿acaso se extinguirá?
¿vendrá la cura milagrosa?
¿y el día después?
todo será como antes
¿lo será?
¿volveremos a castigar a la naturaleza?
la única que encuentra paz
en nuestro infierno
¿habremos aprendido algo?
o nos hacinaremos enajenados
retrocediendo en el tiempo
ignorando
ignorantes.

Marzo ha sido un siglo
seguimos por abril
el calendario pasa sus hojas
mientras las miramos
las rociamos con alcohol
contenemos la respiración
rezando no ser
un cuerpo apilado entre cientos de cuerpos
sin poder ser despedidos, velados
porque hasta en la muerte
contagiamos
sacrificados por la voluntad
del dios del mal, enemigo silencioso, asesino, peste
consumidos por el fuego
convertidos en cenizas
como un holocausto.


sábado, 2 de mayo de 2020

MÁS YO MISMA QUE NUNCA

Un camino oculto de niños y adultos
nadie me veía
ni se burlaba de la alocada manía de hablar sola
un paredón cubierto de arbustos con hojas de verde intenso

dividía mi yo
rodeada de mis amigas
sendero empinado, sentada en la bajada,
las flores campanita.

Ellas eran princesas
agraciadas con su cuerpo esbelto
y la piel aterciopelada
amazonas
guerreras indomables
un ejército azulado
niñas perdidas en el bosque
perseguidas por un ser malvado
indias salvajes
galopando con sus intrépidos caballos
a veces se enamoraban
otras luchaban
también lloraban
pero siempre triunfaban
ellas eran mis cuentos
inventados de la imaginación
que brotaba como un torrente
por mis labios.

Nadie se reía de mí,
era una niña plena
haciendo lo que más deseaba
feliz, viviendo en un mundo
de historias que se hacían reales
con solo contarlas
en voz alta.

Un día
no recuerdo cuál ni por qué
dejé de ir
supongo que crecí
el escondite se transformó en papel
mis palabras en letras
reviviendo aquella época
esa fotografía
donde por primera vez
fui más yo misma que nunca.