El
mono baja del árbol.
Monito,
niño mono.
Los
turistas lo siguen.
Indómito,
bello, parece un pedazo de tronco desprendido. Lo delatan el pelaje blanco en
sus cejas y cachetes, junto a la cola larga moviéndose como un brazo más.
Trepa
a la baranda, se acuesta y posa. Mientras, las cámaras disparan sus monerías.
Bitácora de viaje: Cataratas
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