Un perro blanco, pequeño, lanudo, atrapado en un canasto. Inmóvil, como muerto, sube al avión. No imagino a mi perra en ese estado de letargo.
Aterrizamos y el perro asoma su cabeza.
Se despertó.
Sigue sin poder salir, el cuerpo encerrado le impide movilizarse, ser.
La lengua roja sale desde su sonrisa inquieta.
Quiere pero no puede.
Bitácora de viaje: Cataratas
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