Esos ojos sólo
tuyos se desvían. Otras miradas la raptan, y ella deja que permanezcan en la
suya. Se inclina sabiendo que ese escote pronunciado provoca.
La reina de tu
palacio. Querés que permanezca dentro de las mil habitaciones que construiste
sólo para ella. Pero se empecina en salir y rodearse de plebeyos. Te duelen sus
palabras buscando pretextos, te hieren en los ojos y te dejan ciego.
Viejas
cicatrices se abren y sangran. El amor se te hace sufrimiento con cada minuto
que presentís el engaño. Tu reina lo niega. Descarada. Los besos saben a otros
labios, las caricias tienen rastros de otra piel.
Tu cuerpo late
enloquecido, sombras siniestras se te meten en los pensamientos. Disparás
flechas embebidas en veneno mortal que se clavan en su corazón.
Tu amor no tiene
remedio. Siempre duele. Una y otra vez.