Se
le muere la mano. Sí, así como lo digo. Los vasos sanguíneos se estrechan
impidiendo el paso de las aguas moradas por el cauce del río. Los nervios se
anestesian, se duermen, la abandonan. Ya no siente. El color rosado de la
sangre bajo la piel, se torna de un blanco grisáceo, pálido. Piel de cadáver.
Puede
clavarse agujas, sostener un jarro de loza con líquido hiriente, cortarse la
yema con un cuchillo para comprobar que aun sangra, intentar quemarse con un
fósforo flameante buscando las sensaciones ausentes. Podrá ponerle nombre que
lo justifique, que le dé un significado: Raynaud.
Por más que lo intente
sucederá lo inevitable. Nada sentirá mientras la invada el frío gélido.
Se
anunciará silencioso, asomando con temblores del cuerpo, esos espasmos de
recuerdos dolorosos en apariencia ausentes, atacándola finalmente en esa breve
muerte en su mano.
Será un rato donde no le
servirá. No podrá sacarle música a las teclas, ni sujetar fuerte, o soltar para
que vuele, ese pasado agobiante como un pájaro preso entre barrotes de hierro.
Raynaud se lo impedirá, dejándola inválida de expresiones, con esa ausencia de
dolor que es peor que el padecimiento.
Solo le restará esperar,
enterrada bajo la capa de hielo, como un cuerpo muerto que anhela ser revivido,
conservándose, preservándose. Rayos tibios templarán las aguas para que vuelvan
a correr en su cauce, en el presente luminoso sin vestigios de nubes rellenas
con hielo, esas piedras frías acumuladas por tormentas del ayer. El tacto de
una piel suave, el impacto de dar una bofetada, cosquilleos de nervios
despertándose, un corte que duele, sangra, se repara, rascarse para borrar la
picazón del cuerpo, tomar la lapicera y estampar la firma. Cuando eso suceda, él
se derretirá, disminuirá el volumen de su sustancia, será parte del líquido
caliente que correrá por las venas, no podrá flotar ni cubrirla para dejarla
enterrada. Será pócima diluida, aguardando helarse para resurgir.
Día
tras día la acechan sentimientos encontrados de esperanza y desaliento, como el
caudal del río con el deshielo en primavera y el agua congelándose en invierno.
Ella lo sabe. No puede evitarlo.
El calor volverá. El
frío también.